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40 años de independencia sin libertad

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Sahara Occidental
Ahmed Mulay reconoce que México es casi su patria porque desde hace dieciséis años es embajador del Sahara Occidental en México. Ahmed lleva treinta años en el exilio sin poder ver a su familia quienes quedaron encerrados detrás del muro de la vergüenza construido en el Sahara Occidental por Marruecos desde los años ochenta. El muro abarca 2 mil 720 kilómetros de campos minados, búnkeres militares y vallas que dividen los campos de refugiados saharauis del resto de las ciudades del Sahara.
En uno de sus varios libros, Viaje a la sabiduría del desierto, Ahmed relata cómo era la vida en su país antes del conflicto: “El Aiún, capital del Sahara Occidental hasta finales de 1975, y actualmente de la República Árabe Saharaui Democrática, era una de las ciudades de la tolerancia desde casi el comienzo de la colonización hasta mediados de los años setenta. Estaba dividida en varios barrios en los que vivían españoles y saharauis de forma armónica y amigable”.
El Aiún, como otras ciudades saharauis son disputadas por Marruecos desde hace dos décadas y en conmemoración de este hecho el pasado 3 de marzo, México recibió la visita de un importante ministro saharaui, Omar Manzur, exembajador en México y ahora, representante del Sahara para América Latina.
México apoya la independencia del Sahara Occidental desde 1979; el Sahara es el único conflicto internacional que no ha podido ser resuelto por las Naciones Unidas ni por ninguna otra instancia internacional; hasta la fecha, Marruecos es el único país que sigue reclamando soberanía sobre el Sahara Occidental y mantiene la ocupación militar en el territorio desde 1976.
 
Descolonización fallida
La historia del conflicto saharaui comienza cuando las potencias europeas se repartieron el continente africano en la conferencia de Berlín de 1884 e impusieron fronteras de forma arbitraria, lo que generó una serie de movimientos de inconformidad entre los pobladores de ese continente que devino poco tiempo después en movimientos de corte nacionalista.
Después de las dos guerras mundiales y con el posicionamiento internacional de la ONU a partir de 1945, surge a escala mundial el espíritu descolonizador y de respeto a la soberanía de las naciones.
España, la gran colonizadora de América, carecía entonces de grandes territorios en África con excepción de lo que fue parte del Sahara Español, un territorio disputado por Francia e igualmente repartido al azar por el Tratado de París de 1958.
En 1967, Marruecos reclamaría el territorio del Sahara Español con una tesis histórica de pertenencia ancestral que hasta la fecha no ha podido ser comprobada. Mauritania también hizo reclamos territoriales en el Sahara. Para entonces, ya habían surgido movimientos insurgentes en el Sahara agrupados por el llamado Frente Polisario surgido el 10 de mayo de 1973.
La ONU entonces recomendó la descolonización del Sahara pero en respeto a la soberanía y al derecho de autodeterminación de los pueblos, España debería realizar un referéndum para preguntarle a su población sobre el futuro de su nación.
España aceptó y fijó la fecha del referéndum para la primavera de 1975; Marruecos se opuso y ambas peticiones terminaron en el Tribunal de Justicia Internacional de La Haya. El tribunal rechazó la tesis marroquí sobre el Sahara y dictaminó la celebración urgente del referéndum.
En respuesta, Marruecos invadió el Sahara Occidental en la llamada Marcha Verde del 16 de octubre de 1975, cuando 300 mil soldados marroquíes avanzaron desde la ciudad de Tarfaya, cerca de la frontera con el Sahara. Soldados marroquíes, las tropas del Frente Polisario, hombres y mujeres saharauis se enfrentaron; muchos civiles huyeron al desierto y se refugiaron en campamentos.
Omar Manzur estuvo presente en ese proceso de independencia y recuerda que eran muy jóvenes, “estábamos contagiados del espíritu de la lucha de liberación de la entonces ocupación española. En 1975 habíamos terminado esa lucha con España, estábamos negociando cuando recibimos la invasión de Marruecos”.
El 14 de noviembre de 1975, España, Marruecos y Mauritania firmaron un acuerdo en la ciudad de Madrid en donde España abandonaría el territorio del Sahara el 28 de febrero de 1976 dejando inconclusa la descolonización, la aplicación del referéndum y el reconocimiento de la soberanía saharaui.
Argelia y el Frente Polisario se opusieron a tal acuerdo; durante los siguientes meses, Marruecos avanzó la invasión —incluso con bombardeos— por varias ciudades saharauis: Smara, el Aiún, La Güera y Villa Cisneros. La gente huyó al desierto en la frontera con Argelia.
El Frente Polisario trataba de contener a las tropas marroquíes. La noche del 26 de febrero de 1976, los últimos soldados españoles caminaban afuera del territorio saharaui y el Frente Polisario proclamó la independencia y la constitución de lo que ahora es la República Árabe Saharaui Democrática, la RASD.
El primer país en reconocer la independencia del Sahara Occidental fue Madagascar, apenas unas horas después de haber declarado la independencia en el desierto. Argelia, Togo, Ruanda, Mozambique, Benín, Guinea Bissau, Corea del Norte, Burundi y
Angola reconocieron a los pocos días a la RASD; México lo haría en 1979.
Hasta la fecha hay una centena de países que reconocen a la RASD, forma parte de las Naciones Unidas, así como de la Unión Africana. Cabe mencionar que Marruecos es el único país africano que no pertenece a la Unión Africana en protesta por el reconocimiento continental de la independencia del Sahara Occidental.
Paz llena de obstáculos
Después de 15 años de guerra, en 1990 el Frente Polisario y el gobierno de Marruecos acordaron un plan de arreglo con mediación de las Naciones Unidas y la entonces Organización de la Unidad Africana. El politólogo español, Isaías Barreñada presentó en 2001, uno de los informes más completos sobre el citado plan de paz y reconoció que había sido un camino lleno de obstáculos porque, en un quinquenio, el plan se bloqueó dada la incapacidad de las partes para llegar a un acuerdo en la identificación de votantes para el referéndum, que sigue en espera.
La RASD y Marruecos estarían en guerra hasta el llamado Plan de Paz acordado bajo el marco de las Naciones Unidas pero las agresiones, asesinatos y desapariciones forzadas perpetrados sobre los saharauis se mantienen hasta la fecha.
La ONU ha emitido 67 resoluciones sobre el conflicto del Sahara Occidental; la primera, S/RES/377 de 1975, instaba a Marruecos a desocupar el territorio saharaui de inmediato y a restablecer las negociaciones de paz entre las partes. De igual forma, esa resolución reconocía el derecho a la libre determinación del pueblo saharaui para celebrar un referéndum. Las resoluciones posteriores, hasta la última S/RES/2218 del 28 de abril de 2015, siguen insistiendo en esos mismos puntos, palabras más, palabras menos.
La maldición de los recursos
El conflicto del Sahara también es un problema geopolítico ya que, a partir de 1949, los intereses en el territorio serían ferozmente disputados cuando un geólogo español descubrió los que serían los entonces yacimientos de fosfatos más grandes del mundo. Por si fuera poco, también hallaron otros minerales como uranio y oro.
El 9 de abril de 2006, el periódico El País anunciaría al mundo que el Sahara Occidental, al igual que Argelia, Libia, Egipto, Nigeria, Gabón, Congo, Angola, y por supuesto, México, entre otros países, estaría maldecido por los veneros escriturados por el diablo, como decía el poeta mexicano Ramón López Velarde en La Suave Patria.
Según estimaciones del Servicio Geológico de Estados Unidos efectuadas en 2000, el Sahara Occidental podría tener reservas por 14 millones de barriles de petróleo y 2150 millones de metros cúbicos de gas natural. Ahora el Sahara también es disputado por sus recursos geoestratégicos.
Decía la redacción del periódico: “Unas cifras modestas, prácticamente insignificantes a escala mundial, pero interesantes a nivel regional. Los recursos potenciales en hidrocarburos del Sahara Occidental no constituyen, por sí solos, una garantía de futuro para el pueblo saharaui, pero juegan un papel clave, tanto en sus aspiraciones hacia la independencia como, bien administrados, en su futura consolidación como Estado soberano”.
Amistad México-Sahara Occidental
La visita de Omar Manzur a México coincidió con la conmemoración de los cuarenta años de la proclamación de independencia del Sahara.
“México —dijo Manzur— es la puerta entrada a América Latina, es uno de los primeros países que reconoció a la República Saharaui y ha defendido con mucho coraje la lucha de nuestro pueblo así como la posición de nuestro país en Naciones Unidas, en donde México ahora ya tiene presencia en el Sahara a través de los Cascos Azules. Por eso estamos muy agradecidos con México y cada vez que podemos, venimos para establecer contactos y hacer consultas de diversos temas de interés común”.
México tiene una añeja amistad con el Sahara Occidental que data desde el momento de la independencia. A partir de 1976 surgió un gran movimiento prosaharaui alrededor del mundo, para lograr que todos los miembros de las Naciones Unidas reconocieran la independencia y soberanía del Sahara Occidental.
“México tiene muchas similitudes con el Sahara, ambos fueron colonias españolas por lo que tienen el español como su lengua oficial. México también se enfrentó a muchas invasiones de los vecinos, lucha por los derechos humanos”, señala al respecto, Ahmed Mulay, embajador saharaui en México quien es también internacionalista por la Universidad Nacional Autónoma de México.
Arcelia Flores Castro, profesora de la FES Aragón de la misma universidad, hizo un recorrido por la historia de las relaciones diplomáticas de México con la República Saharaui publicado por Siempre! el 13 de septiembre de 2014.
Arcelia Flores relata que el canciller Jorge Castañeda y Álvarez de la Rosa reconoció oficialmente la independencia del Sahara en la VI Conferencia de Países No Alineados en septiembre de 1979, estableciendo formalmente el 24 de octubre de ese año las relaciones diplomáticas entre ambas naciones. La embajada saharaui llegaría a México hasta 1988, con el embajador plenipotenciario Ahmed Bujari, quien es el actual embajador del Sahara ante la ONU.
Arcelia Flores también reconoce el enorme mérito del africanista zapoteco Jesús Contreras Granguillhome, quien escribió el primer libro en México sobre el Sahara Occidental.
También biógrafo de Andrés Henestrosa, Contreras se dedicó a dispersar la lucha saharaui por nuestro país y fundó con algunos miembros lo que es el Comité de Apoyo por la Libertad del Sahara Occidental, esfuerzos que culminaron en la creación de la Asociación de Amistad de la República Árabe Saharaui, A. C. (Amaras, A. C.) en 2005 bajo la titularidad del diputado Víctor Hugo Rascón Banda.
“El objetivo de esta asociación es difundir ampliamente la causa saharaui así como su cultura y tradiciones para mantener los vínculos vivos con los mexicanos y el Sahara, pero nuestro gran proyecto es crear una casa de la cultura saharaui. Hemos recibido un gran apoyo en México incluso, ya van 800 mexicanos que viajan de forma segura al Sahara”, dice Elizabeth Haro Rivera, secretaria general de Amaras.
Actualmente, el diputado Virgilio Dante Caballero Pedraza es el director de Amaras y para este año, además de abanderar conferencias, exposiciones y subastas en todo el territorio nacional, también apoyan el Proyecto Futuro para restaurar la techumbre de unas hilanderas saharauis, organizan la tercera carrera por el Sahara en la Ciudad de México y participarán en la Feria de las Culturas que se realizará en octubre en la capital metropolitana.
México ha mantenido una tradición de buenas relaciones diplomáticas con el Sahara Occidental; militantes del Frente Polisario, escritores, artistas, empresarios, ciudadanos, ministros han visitado nuestro país en varias ocasiones desde 1988. En todas las visitas de Estado del presidente de la República Árabe Saharaui, Mohamed Abdelaziz, ha sido bien recibido en calidad de jefe de Estado.
Los ministros saharauis han recalcado la importancia de México en la diplomacia saharaui, ya que nuestro país es visto como un líder regional.
“Al ser único país árabe africano de habla hispana, nuestro legado no puede ser sino aproximar más el Sahara a América Latina y viceversa. Geográficamente, el Sahara es el punto más cercano de África hacia América Latina. Una vez consumada nuestra independencia, los países latinoamericanos podrán encontrar una puerta abierta hacia África y el mundo árabe”, recalcó Omar Manzur.
En otro de sus libros, Los maktubes del desierto, Ahmed Mulay relata que el Sahara Occidental formaba parte de un pueblo que vivía en una sociedad beduina, caracterizada por unos rasgos tradicionales, lingüísticos y económicos diferentes a los de todos sus vecinos. “Vivían viajando detrás de la lluvia, por lo que algunos escritores los llamaban los hijos de las nubes. Con la lluvia que cae temporalmente, se revive el desierto y se juntan las familias”, narra el autor.
La lucha por la independencia del Sahara Occidental es una lucha viva en todo el mundo. A cuarenta años de su proclamación, los saharauis en el desierto no se han cansado de esperar la lluvia de la paz y la libertad; todavía esperan el tiempo en que habrán de reunirse con sus familias. ¡Viva el Sahara libre!