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Casi medio siglo de parálisis: el pueblo saharaui resiste ante la pasividad de la comunidad internacional

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Joan Carles Meneses | Sábado, 6 de marzo de 2021, 06:00

 

 

 

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Hace justo una semana el pueblo saharaui celebró el 45 aniversario de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), una festividad que constata que "la causa saharaui existe", según relata Abidim Buchraya a CatalunyaPress, el representante del Frente Polisario y de los saharauis en Catalunya. Puede parecer algo obvio, pero lo cierto es que la comunidad internacional ha invisibilizado  su realidad. La Corte Internacional de Justicia de Naciones Unidas estableció por unanimidad en 1975 que el Sáhara Occidental, cuando  estaba bajo la  protección de  España, no era un territorio sin pueblo. En este sentido, ni Marruecos ni Mauritania tienen derechos de soberanía y su administración, en todo caso, corresponde al pueblo que lo ha habitado siempre: la comunidad saharaui. La ONU también se comprometió a realizar un referéndum el mismo año.
 

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Imagen cedida por El Confidencial Saharaui 
 
Sin embargo, la resolución de la ONU vino acompañada de un pacto entre bambalinas donde se decidió cuál iba a ser el futuro de esa zona. En 1975, Marruecos organizó la Marcha Verde con la intención de invadir el Sáhara Occidental ocupado por España. Lo consiguieron, y se acabó firmando El Acuerdo del Tripartito en Madrid entre España, Marruecos y Mauritania, para repartirse el terreno que, según Naciones Unidas y la propia historia, nunca fue suyo. En 1976 España abandonó definitivamente el Sáhara e informó a la ONU sobre el fin de su presencia en el territorio. 
 
"Marruecos, desde el primer minuto que invade el territorio militarmente, ha intentado que los saharauis claudiquemos, pero el pueblo saharaui ha conseguido resistir ante esta ilegal ocupación por parte de Marruecos con la complicidad de España", denuncia Buchraya a CatalunyaPress. Y muchos se preguntarán: ¿Por qué España ha permitido esto? La respuesta es muy sencilla: Marruecos es un gran socio comercial y estratégico, y reconocer los derechos de los saharauis podría provocar la ira del Rabat. Y ya se sabe, mientras peligre el dinero, los derechos suelen quedar soterrados. 
 
Tal y como denuncia Buchraya, el proceso de descolonización "no se lleva a cabo, desgraciadamente, por razones técnicas, sino porque hay una obstrucción por parte de Marruecos a este plan de paz, llevamos muchos años con los cascos azules sobre el terreno", alerta Buchraya. 
 

Abidim Buchraya 
 
El pueblo saharaui fundó en 1973 el Frente Polisario "con el fin de negociar un tiempo de transición con Franco que culminase el proceso de descolonización", explica Buchraya. Sin embargo, los acontecimientos posteriores convirtieron a ese Frente en la resistencia saharaui. Con este ejército han conseguido no desaparecer del mapa y hoy en día, después de tres meses de choques armados con Marruecos y, en estado de guerra nuevamente, son el único resorte activo que queda defendiendo a los saharauis.  "No somos un pueblo que les gusta la guerra, estamos comprometidos con la comunidad internacional, pero por segunda vez nos vuelven a imponer una guerra, nos vuelven a imponer una situación que no queremos", lamenta el delegado saharaui en Catalunya. 
 
VIOLACIONES DE DERECHOS HUMANOS
 
"Marruecos es un país invasor y está aplicando la política típica que se aplican todos los invasores", asegura Abidim Buchraya a CatalunyaPress. Las violaciones de derechos humanos por parte del ejército marroquí en las zonas ocupadas del Sáhara Occidental aparecen constantemente en la prensa. El pasado 20 de febrero medios locales reportaban una brutal paliza por parte de tres marroquís a un jóven saharaui de 20 años, Bachar Gdan en El Aaiún ocupado. El motivo, según los periodistas locales, fue el racismo y el odio hacia los saharauis. 
 

Joven agredido en El Aaiún - Imágenes cedidas por El Confidencial Saharaui
 
También es llamativo el caso de Sultana Haya, una activista saharaui que actualmente se encuentra en arresto domiciliario sin orden judicial desde el pasado 19 de noviembre, recibiendo visitas diarias de la policía marroquí para, según relata Marea TV, amedrentarla y hasta en tres ocasiones, pegarle palizas. 
 

Sultana Haya - Imágenes cedidas por El Confidencial Saharaui
 
Le preguntamos a Bucharaya si estas situaciones son habituales y su respuesta es rotunda: "Sí, totalmente. Los saharauis que se han quedado en los territorios ocupados porque no han podido salir sufren diariamente, y ya desde hace 45 años, desapariciones, detenciones arbitrarias y una violación constante de los derechos humanos", relata el líder saharaui. 
 
RECURSOS NATURALES
 
El representante saharaui en Catalunya señala otra clave que explica el interés de Marruecos por la zona: "Estamos sufriendo el expolio de los recursos naturales del país". El Sáhara Occidental es un territorio codiciado por tener yacimientos de petróleo y gas, además de minas de circonio y grandes bancos de peces para pescar. También posee ingentes cantidades de arena que sirven para fabricar, entre otros productos, el cemento. 
 
En los últimos meses se ha producido un giro de los acontecimientos: Donald Trump, antes de abandonar la presidencia de los Estados Unidos, reconoció el Sáhara Occidental como territorio marroquí. Esta situación hizo creer a Rabat que los países europeos seguirían las órdenes de Washington, pero no fue así, y se han negado a dar la soberanía del territorio a Marruecos alegando que respetan las resoluciones de Naciones Unidas. Para España, el no haber apoyado a Trump y Marruecos en esta decisión tuvo un efecto claro: se suspendió la cumbre bilateral entre los dos países. 
 
Marruecos, sin duda, es un gran aliado comercial para Europa. Pero el Viejo Continente cada vez empieza a estar más cansado de los arranques de su vecino del sur y, sobre todo, de que los siga poniendo entre la espada y la pared: Los países europeos, si respetan la ley internacional, no pueden concederle la soberanía del territorio a Marruecos, porque estarían violando resoluciones internacionales. Por el contrario, llevarle la contraria a Rabat sale caro, y es que pueden llegarse a perder millones de euros al enfadar a un aliado económico. Sólo el futuro dirá si pesa más el dinero o la ley.