FUENTE;Tlaxcala:
Laura Hunter
Traducido por Luis Portillo Pasqual del Riquelme
Comprometida con la independencia de su país, el Sáhara Occidental, esta cantante saharaui encarna al mismo tiempo la tragedia y la esperanza de muchos refugiados en todo el mundo.
Lleva velo, escogió una canción de Jimi Hendrix como tono de llamada en su teléfono móvil, quiere que se le tutee y toca el tabal, instrumento de percusión del Sáhara Occidental reservado a las mujeres. Nieta de la célebre poetisa saharaui Ljadra Mint Mabruk, la cantautora Aziza Brahim sigue los pasos de su abuela y rompe con los estereotipos. Considerada la cantante más importante de su país, es también una firme defensora de su pueblo. Luchando en el escenario, en el campo de las palabras y las emociones, la artista denuncia con su voz clara y potente la violencia y la tortura sufridas por el pueblo del Sáhara Occidental y los refugiados de todo el mundo. Arrulladas por las suaves melodías que recuerdan a los blues malienses y gitanos, y acompañadas por unos músicos excepcionales, las palabras de Aziza Brahim son un puño alzado en guante de terciopelo que no deja indemne. La cantante se hallaba en Ginebra el mes pasado para dar un único concierto en la AMR, en una sala llena a rebosar. Allí nos encontramos.
Para Aziza Brahim, la música fue ante todo un refugio, una manera de sobrevivir en los campos de refugiados, una manera de transformar el infortunio. «Las mujeres cantaban todo el tiempo en mi familia, en especial las canciones espirituales de los viernes. Yo tocaba con mis manos y así aprendí a tocar el tabal. Desde que tenía seis o siete años, mi abuela me llevaba a sus recitales de poesía. No teníamos juguetes, así que la música se convirtió en un juego», dice. Nacida en 1976 y criada con sus nueve hermanos en un campamento de refugiados saharauis en Argelia, donde su madre se había asentado un año antes huyendo de la ocupación del Sahara Occidental por los marroquíes, Aziza Brahim ha vivido varios exilios. ¿Quién mejor que esta mujer para cantar los sufrimientos y las aspiraciones del pueblo saharaui, e incluso de todos los desplazados?
De las dunas al Caribe
Cuando tenía 11 años, Aziza Brahim recibió una beca para estudiar en Cuba, al igual que otros muchos estudiantes saharauis y africanos en aquella época. Aziza recuerda emocionada: «Cuba ha ayudado a muchos pueblos africanos en lucha. Ese país ha sido una pieza clave de la lucha saharaui, al hacer posible que muchos jóvenes de nuestro pueblo se formaran allí académica y profesionalmente. Asimismo, muchos médicos cubanos vinieron a los campos de refugiados a proporcionarnos tratamiento médico». Para la cantante, Cuba es un segundo hogar. "He pasado allí más tiempo que en mi propio país..., ¡cuyo suelo no he pisado jamás! No siempre fue fácil en Cuba, porque yo viví allí en pleno 'período especial' (crisis económica de la década de 1990, tras el colapso de la Unión Soviética, NdR), pero el pueblo cubano nos acogió calurosamente. Y nosotros también apoyamos su revolución», dice la activista.
La música, herramienta de lucha
En Cuba, la joven estudiante tocaba y cantaba en los grupos escolares. Ella soñaba con aprender música a nivel académico, pero esa petición fue rechazada por sus tutores saharauis. «Se negaron porque querían orientarnos hacia una formación “más seria", que pudiera servir a nuestro pueblo cuando el Estado saharaui se organizara después de la independencia». La decepción fue enorme. Si bien comprendía las razones alegadas por sus tutores, Aziza Brahim prefirió interrumpir su curso en Cuba antes que renunciar a su pasión. Insumisa, regresó a los campos de refugiados en 1995, donde comenzó a componer sus propios temas y se fue haciendo conocer poco a poco, antes de establecerse en España en 2000. «Para mí, la música es la más poderosa de las influencias. Me hace vibrar, es una condición para la lucha. Es el vehículo más directo y eficaz para compartir el dolor, las luchas y las esperanzas. También me permite curar mis cicatrices, trascendiéndolas y transmitiendo mi experiencia en los campos de refugiados, que comparten muchísimas personas en el mundo en este momento... Mi música habla de todo eso», dice. Su último disco, Abbar el Hamada ("A través de la Hamada", término para designar un páramo en el desierto), es una vibrante llamada a "destruir los muros que separan a los pueblos", especialmente las fortificaciones de arena levantadas por las autoridades de Marruecos en los confines del Sáhara Occidental para impedir a los saharauis exiliados volver a su tierra.
Embajadora
Preguntada sobre sus influencias, Aziza Brahim habla ante todo de la música africana y árabe. Evoca a Ali Farka Touré -«para mí, el artista más grande de África»-, Salif Keita, Rokia Traoré, Miriam Makeba, pero también a Los Van Van (Cuba), el rock de Jimi Hendrix, Queen, Pink Floyd y el blues de Estados Unidos, empezando por Big Mama Thornton. Su trabajo se revela a la altura de ese eclecticismo, desde los ecos del desierto de la canción "Calles de Dajla", a los acentos afrocubanos de "La Cordillera Negra", dos títulos de su último álbum.
Algunos la comparan con Billie Holiday y la artista no oculta sus opiniones políticas. «Gran parte de mi música pretende dar visibilidad a las demandas de mi pueblo, que me considera de hecho un poco como su embajadora. Yo lo siento como un deber, pero también como una oportunidad y una bendición». Embajadora de su pueblo, Aziza Brahim lo es también especialmente de las mujeres saharauis, que ocupan un papel importante en su obra.
«Nuestra sociedad es matriarcal, son las mujeres quienes llevan los pantalones. Cuando era niña, en los campamentos de refugiados saharauis no había hombres: estaban todos en el frente luchando contra las tropas marroquíes. Las mujeres lo hacían todo, organizaban el campamento, el aprovisionamiento, la higiene, los cuidados, las tradiciones, la alimentación, la construcción de escuelas, de hospitales... Las mujeres saharauis son un símbolo de lucha constante, de determinación, de capacidad y de coraje. Para mí, son un ejemplo a seguir». Un legado al que Aziza Brahim rinde homenaje a la perfección. Y al finalizar 2016, ella ocupa el primer puesto en la World Music Charts Europe, clasificación establecida sobre la base de las listas de de éxitos de las emisoras de radio de 24 países europeos.