Madrid, 17 de mayo de 2019(SPS)-. En las elecciones del 28 de abril fue llamativa la ausencia de debate entre las diferentes organizaciones políticas en lo que se refiere a la política exterior de España nos preocupa, especialmente en un momento en el que el mundo atraviesa la peor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial: más de 65 millones de personas han sido desplazadas por conflictos, guerras, desastres naturales y otras causas.
En medio de esta crisis creciente se ignora a personas a las que estamos unidos históricamente y de cuya tragedia no se habla, como es el caso del pueblo saharaui, a solo 90 millas de las islas Canarias. Una parte de ese pueblo, que tuvo la nacionalidad española, vive desde hace más de 43 años desplazado en el desierto argelino, viviendo en durísimas condiciones en campamentos de refugiados; la otra sigue en su propia tierra, pero bajo la férrea ocupación marroquí: perseguidos y encarcelados, sin derecho al trabajo y viendo cómo se expolian sus recursos naturales.
Todo esto es consecuencia de la descolonización que no llevó a cabo el Estado español en el Sáhara Occidental, como era su obligación y según establecieron las Naciones Unidas. En lugar de ello, nuestros gobernantes permitieron que Marruecos y Mauritania invadieran el territorio, firmando un ilegal acuerdo que supuso una de las etapas más vergonzosas en la historia de España. La consecuencia fue un pueblo separado por un muro el Muro de la Vergüenza que divide de norte a sur el Sahara Occidental, con más de 7 millones de minas.
Hoy, el pueblo saharaui prosigue con su larga lucha pacífica para lograr lo que España le negó. Desde 1991, que se firmó un alto el fuego y se constituyó la Minurso, Misión de las Naciones Unidas para la celebración del Referéndum, espera la oportunidad de votar en un referéndum de autodeterminación comprometido por la ONU y aceptado por Marruecos, que ahora se niega a cumplir.
Los saharauis, NUESTROS REFUGIADOS, soportan durísimas condiciones en el desierto -temperaturas inclementes, hambre, enfermedad, carencias, aislamiento- con infinita dignidad y paciencia, y con la esperanza de un día poder votar libremente y elegir su destino. Las mujeres y hombres saharauis han sido capaces de construir de la nada los pilares básicos de un Estado: colegios, hospitales, pozos, electricidad, cultura…y lo han hecho cargados de paciencia y dignidad.
Ahora hay un rayo de esperanza con las negociaciones promovidas por el enviado especial del Secretario General de NNUU, el ex presidente alemán Horst Köler. La búsqueda de un diálogo constructivo exige del Parlamento Europeo y de su Consejo una implicación más activa para ayudar a encontrar, cuanto antes, una solución a un conflicto que afecta directamente a la política exterior de España y europea.
Nos dirigimos a quienes aspiran a representarnos en el Parlamento Europeo para que alcen la voz y apoyen los Derechos Humanos de este pueblo hermano, al que se quiere olvidar; debemos visibilizar su causa y poner fin a esta injusticia histórica. Es la deuda de España con el pueblo saharaui.
Queremos trasladarle la firme petición de que la Unión Europea respete el derecho del Pueblo saharaui a la autodeterminación y su soberanía permanente sobre los Recursos naturales del Sahara Occidental, conforme a la legalidad internacional y en particular las sentencias del Tribunal de Justicia de la UE, y anulen los recientes Acuerdos comerciales y pesqueros que no pueden ser negociados con el País que ocupa por la fuerza un País que no le pertenece.
Mientras Marruecos siga ocupando ilegalmente una tierra que invadió por la fuerza y que como dejo claro la sentencia del Tribunal de Justicia de la Haya no le pertenece, y siga sin cumplir las Resoluciones internacionales y explotando las riquezas naturales del Sahara, el Estado español sigue siendo responsable del dolor y el sufrimiento de este pueblo, teniendo una deuda todavía pendiente, que ningún Gobierno de la democracia ha asumido y no ha completado la descolonización del territorio, la última colonia de África.
CEAS Sahara