Primera entrega del serial "Visiones saharauis" del fotoperiodista Gervasio Sánchez, enviado especial al campamento de refugiados Bojador. Este proyecto podrá verse a partir del próximo 7 de febrero en una exposición en la Casa de los Morlanes, en Zaragoza.
Gervasio Sánchez Bojador (Campamento de refugiados) Actualizada 04/02/2018 Fuente: HERALDO
Cuando llueve torrencialmente hasta el derrumbe de las casas de adobe, cuando el calor se agolpa en la cabeza y el dolor pesa como el plomo, cuando el siroco impide respirar y la arena se mueve como el oleaje en el mar, resisten.
Resisten desde hace más de cuarenta años en campamentos diseminados por centenares de kilómetros en territorio prestado. Resisten a una injusticia histórica que nadie quiere revertir. Los más ancianos sufren el exilio desde que eran jóvenes. Los más jóvenes ya son refugiados de tercera y cuarta generación.
Aunque no hay cifras oficiales ni tampoco un censo actualizado, se calcula que unos 206.000 saharauis, según cifras del ministerio de Salud, viven en los llamados campos de refugiados diseminados por la provincia de Tinduf, en el suroeste de Argelia. Son de origen beréber y hablan un dialecto árabe con características propias llamado hasanía.
Resisten en tiendas de campañas o en casas de adobe de estructura muy frágil. Carecen de agua corriente o luz eléctrica. Dependen de la ayuda internacional para subsistir que reparte el Alto Comisionado de Naciones para los Refugiados (ACNUR) y el Programa Mundial de Alimentos.
Asociaciones y ONGs solidarias con el pueblo saharaui organizan envíos de caravanas humanitarias que permiten mejorar la vida de los refugiados aunque un tercio de los niños sufren desnutrición crónica. La Media Luna Roja organiza y canaliza la cooperación y ayuda internacional. También se ocupa de atender las situaciones de emergencia.
Los campamentos de Tinduf cuentan con 2 hospitales quirúrgicos, 5 consultorios de atención primaria y varios dispensarios. Tienen 2 médicos, 6 enfermeros, 1 odontólogo y 30 camas de hospital por cada 10.000 habitantes. Varias comisiones quirúrgicas internacionales de urología, oftalmología, cirugía general, pediátrica y odontología visitan los campamentos dos o tres veces al año.
Los saharauis tienen sus propias estructuras políticas. Se llama República Árabe Saharaui Democrática (RASD) al Estado formado por la antigua provincia de lo que se llamó Sáhara español, ocupada ilegalmente en 1976 por Marruecos y Mauritania tras la retirada de España meses después de la muerte del dictador Francisco Franco.
La RASD ha sido reconocida por 84 Estados, si bien este número varía dependiendo de la fuente consultada. Es un estado miembro de la Unión Africana desde los años ochenta. El Frente Polisario, acrónimo de Frente Popular de Liberación de Saguía El Hamra y Río de Oro, es un movimiento de liberación nacional que lucha contra la ocupación de Marruecos y persigue la autodeterminación del pueblo saharaui.
Administra los campos de población refugiada diseminados por la provincia de Tinduf, al suroeste de Argelia, y los territorios liberados separados de la parte ocupada por un muro de 2.700 kilómetros.
Los campamentos de refugiados se llaman igual que las ciudades ocupadas del Sahara Occidental: El Aaiún, Auserd, Smara, Dajla, Bojador. Cada campamento es una wilaya o provincia y está formada por dairas, que son municipios. Rabuni es la capital administrativa donde se encuentra la sede del gobierno saharaui en el exilio, varios ministerios, protocolos y administraciones de los servicios públicos.
La historia no ha sido generosa con los saharauis. Cuando España abandonó su colonia en 1976 el Frente Polisario, fundado tres años antes, empezó una guerra contra Marruecos por invadir y anexionarse el territorio saharaui.
La ONU y la Organización para la Unidad Africana (OUA) consiguieron que ambas partes firmaran la paz 16 años después y aceptaran la celebración de un referéndum de autodeterminación en el que el pueblo saharaui elegiría entre la independencia o integración en Marruecos.
La ONU desplegó su misión en el Sáhara Occidental (la MINURSO) para supervisar el alto el fuego, que entró en vigor en septiembre de 1991, y organizar el referéndum de autodeterminación. Pero Marruecos empezó a estirar el tiempo y a ofrecer una autonomía en vez del referéndum pactado. Su intransigencia provocó un bloqueo total.
A pesar de que Marruecos esgrime derechos históricos sobre el Sáhara Occidental su reivindicación fue rechazada por la Corte Internacional de Justicia en un memorando con fecha del 16 de octubre del 1975 en la que afirmó que nunca habían existido vínculos de soberanía entre Marruecos y el territorio en litigio.
Marruecos ha conseguido sortear con el apoyo de aliados poderosos como Francia y Estados Unidos las presiones de la ONU. El Consejo de Seguridad dejó hace tiempo de hablar de referéndum y ha pedido reiteradamente una “solución política mutuamente aceptable” al conflicto.
En el último año las tensiones militares se han disparado y el alto el fuego corre gran peligro ante el punto muerto en que se encuentran las conversaciones políticas. Las escaramuzas entre los saharauis y los soldados marroquíes se han multiplicado a pesar de que el territorio está separado por un muro de 2.700 kilómetros que Marruecos empezó a construir en los años ochenta.
Los jóvenes saharauis sienten una gran frustración y hablan abiertamente de regresar a la guerra para poner fin a la injusticia. Están muy pendientes de las protestas que se producen a menudo en la zonas ocupadas desde 2005 cuando empezó una intifada contra las fuerzas ocupantes.
Además, en los llamados territorios ocupados los tribunales militares marroquíes han impuesto duras penas a 19 activistas encarcelados desde 2010 cuando se produjo el desmantelamiento del campamento de Ddim Izik en el que murieron once policías marroquíes. Ocho fueron condenados a cadena perpetua y el resto sentenciados a penas entre 20 y 30 años de prisión.
En 2010 unos 20.000 saharauis se instalaron en 7.000 jaimas, a 15 kilómetros de la ciudad ocupada de El Aaiún, convirtiendo el acto en la mayor protesta civil desde 1976. Durante la operación de desalojo murieron once policías marroquíes, la mayoría atropellados, y dos saharauis, entre ellos un adolescente de 14 años. El bloqueo informativo impuesto por las autoridades marroquíes dificultó la presencia de periodistas y observadores imparciales durante los graves enfrentamientos.
Organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional vienen insistiendo desde hace años en la necesidad de ampliar el mandato de la MINURSO a la observación de la situación de los derechos humanos. Esta misión es la única operación de mantenimiento de la paz en el mundo que carece de este mandato a pesar de que se estableció hace ya más de un cuarto de siglo.
Los refugiados saharauis se enfrentan a recortes de las ayudas humanitarias desde hace tiempo que agravan las condiciones extremas en las que viven. La ONU advirtió hace unos meses que "la suspensión de una parte de la ayuda humanitaria tendría un impacto severo en el seguridad alimentaria y el estado nutricional de los refugiados”, multiplicando los casos de anemia y desnutrición. Otras agencias de la ONU como el ACNUR y Unicef se sumaron al llamamiento realizado por la organización internacional.
Los dos últimos otoños han sido especialmente lluviosos. Las lluvias torrenciales han destruido los hogares de miles de personas y ha obligado al ACNUR a pedir ayuda internacional de emergencia para asistir a los refugiados de la crisis más larga y prolongada de la historia.
Los campamentos están situados en una región que sufre gran inestabilidad desde que empezaron los levantamientos populares de la llamada primavera árabe hace siete años. Algunos gobiernos como la Libia de Muamar el Gadafi han sido sustituidos por milicias que han convertido al país árabe en un reino de Taifas. La creciente presencia de grupos integristas está suponiendo un grave riesgo para la seguridad de todo el Sahel.
El secuestro de dos ciudadanos españoles y una italiana en octubre de 2011 en Rabuni hizo saltar las alarmas en la zona administrada por el Frente Polisario y obligó a las autoridades saharauis a potenciar las medidas de seguridad y restringir los movimientos entre los diferentes campamentos de refugiados.
Los militares saharauis también han tenido que incrementar los retenes militares, tanto en la provincia de Tinduf como en las llamadas zonas liberadas, con el objetivo de evitar que los territorios bajo su control se conviertan en rutas para el tráfico de drogas, armas, inmigrantes o lugar de paso para terroristas de Al Qaeda o de otros grupos yihadistas.
Papel mojado
El 2 de noviembre de 1975, el príncipe Juan Carlos visitó el Aaiún como Jefe de Estado en funciones y se comprometió a “proteger los legítimos derechos de la población civil saharaui”.
Unos días después se firmaron los Acuerdos de Madrid en la que España ratificaba su deseo de descolonizar el Sahara, poniendo fin a sus responsabilidades como potencia colonial. En ellos se reafirmaba que sería “respetada la opinión de la población saharaui”.
La Oficina de Información Diplomática del gobierno español comunicaba el 26 de febrero de 1976 la retirada del Sáhara e insistía que “la descolonización no culminará en tanto la opinión de la población saharaui no se haya expresado válidamente”.
El 14 de noviembre de 1976 Felipe González visitó los campamentos de refugiados, mostró su repulsa por los acuerdos de Madrid, acusó al gobierno español de hacer “una mala colonización y una peor descolonización”, se comprometió con la lucha saharaui y aseguró que “nuestro partido (PSOE) estará con vosotros hasta la victoria final”.
Hubo que esperar hasta el 23 de mayo de 2003 para que el llamado Plan Baker firmado por Marruecos, el Frente Polisario, Argelia, Mauritania y la ONU propusiera una fecha concreta (“no menos de cuatro años y no más de cinco años”) para celebrar el referéndum de autodeterminación. El referéndum tenía que ser organizado y dirigido por la ONU y supervisado por observadores internacionales acreditados. Podrían votar las personas que tuviesen 18 años o más.
En 2008 Marruecos ofreció “un estatuto de autonomía en el marco de la soberanía del Reino y de su unidad nacional”. El Frente Polisario no tardó en rechazar el plan y Mohamed Abdelaziz, entonces presidente de la República Saharaui, definió como “colonial” la propuesta marroquí en un intento por “torpedear el proceso de paz”.
La exposición Visiones Saharauis, de Gervasio Sánchez se inaugurará este miércoles 7 de febrero a las 19 horas en Casa de Los Morlanes, Plaza San Carlos, 4. Se podrá visitar hasta el 1 de mayo. Los miércoles de febrero, marzo y abril a las 10.30 se realizarán visitas guiadas gratuitas para los centros de Secundaria y Educación de Adultos. También los sábados a las 19 horas y los domingos a las 12 horas habrá visitas gratuitas destinadas al público en general.