http://larazon.pe/opinion/generales/inadmisible-presion-extranjera-2262
Ricardo Sánchez Serra
Numerosos peruanos solidarios con la causa saharaui conmemoraron a fines de febrero la fundación de la República Árabe Saharaui Democrática, tanto en la Federación de Periodistas del Perú como en el Congreso de la República.
Marruecos invadió el territorio del Sáhara Occidental a sangre y fuego, haciendo caso omiso a resoluciones de las Naciones Unidas y al dictamen de la Corte Internacional de Justicia de La Haya. La población que salvó sus vidas se instaló en lo campamento de Refugiados de Tinduf en Argelia y en la zona liberada en donde constituyeron la RASD.
Más de 80 países reconocieron a la RASD, incluyendo al Perú, que estableció relaciones diplomáticas en 1984 y que fueran suspendidas en 1996. La embajada concurrente saharaui en Perú estaba en Caracas. Desde fines de los ´70 los saharauis –única nación árabe de habla hispana- comenzaron abrir embajadas en Latinoamérica, luego los siguieron los marroquíes, con el único propósito de neutralizarlos.
Los eventos de peruanos solidarios con la causa saharaui comenzaron a ser hostilizados por las embajadas marroquíes, en ¡nuestro propio país! Con la complacencia de la Cancillería. Venían altos funcionarios del Gobierno saharaui a conversar con la Cancillería y al poco tiempo los diplomáticos marroquíes se quejaban con las autoridades peruanas. Su excusa siempre era que había relaciones oficiales con el Reino feudal de Marruecos y con los saharauis no.
Lo que se “olvidan” los marroquíes es que el gobierno peruano firmó (el canciller Solf y Muro lo hizo) la Convención sobre Derechos y Deberes de los Estados, que en su artículo sexto dice: “el reconocimiento de un Estado simplemente significa que el Estado reconoce que acepta la personalidad del otro con todos los derechos y deberes determinados por el derecho internacional. El reconocimiento es incondicional e irrevocable”.
Es decir, el Perú reconoció a la RASD y es irrevocable, por lo tanto reconoce oficialmente a ese Estado.
Marruecos tampoco puede impunemente boicotear las actividades de peruanos solidarios con la causa saharaui, como lo acaba de pretender hacer diciéndole al Congreso que “ha sido sorprendido”.
El reino feudal tiene como política el silencio informativo, que no se hable sobre el problema saharaui, que no se platique sobre las graves violaciones de derechos humanos y su genocidio. Por lo tanto, evitar que se realicen coloquios, conferencias. Quieren que el pueblo peruano no se entere. Para ello, sobornan autoridades públicas y privadas, periodistas, intelectuales, con la diplomacia del “sobre”, agasajos y viajes para aumentar su influencia y bloquear el tema saharaui. ¡Allá esos malos peruanos que se venden por un plato de lentejas, Su conciencia los carcomerá!
El Estado peruano debe rechazar sus cartas de protesta o “sorpresa” y colocarlos en su sitio. Llamar a su embajador y decirle que su comportamiento es inaceptable. Su intervencionismo es inadmisible. Vivimos en democracia y no dejar que los peruanos se manifiesten pacíficamente es coactar su libertad, un derecho que no existe en Marruecos porque su rey feudal decide la vida de sus súbditos.