Contramutis / hace 9 horas
Mohamed Salem Bucharaya, con nacionalidad española, padece un cáncer en fase terminal.
Viajó al Sáhara Occidental para pasar los últimos días de su vida con la familia, pero fue expulsado por las autoridades marroquíes.
No había podido volver a su ciudad, El Aaiún, en 47 años.
Cristina Martínez Benítez de Lugo.-
A Mohamed Salem Bucharaya, periodista, decano de la prensa saharaui y gran activista de la causa de su pueblo, le llaman “el Doctor”, tal es el reconocimiento que se le profesa. Fundó y presidió AFAPREDESA, Asociación de Familiares de Presos y Desaparecidos Saharauis. Tiene 75 años, nacionalidad española, está ciego y reside en Lanzarote, donde cubrió la huelga de hambre de Aminetou Haidar, hace 13 años.
Su actividad en defensa de la causa saharaui ha sido extraordinaria, publicando artículos y participando en debates por redes sociales.
Le descubrieron un cáncer agresivo para el que sólo había tratamiento paliativo. Por eso decidió despedirse de los suyos, en su tierra, el Sahara Occidental, ahora ocupado, donde no había podido volver en 47 años.
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El 12 de noviembre, sobre las 13 horas llegó desde Las Palmas al aeropuerto de El Aaiún en un vuelo de Binter. Viajó en silla de ruedas con su sobrino, parapléjico, también en silla de ruedas, su hermana y su hijo. La familia relata que las autoridades del aeropuerto les atendieron diligentemente y les sacaron de allí con mucha rapidez, por su condición de enfermo, decían, evitando así el encuentro con los saharauis que habían acudido para aclamarle. Cuando ya estaba en la casa, volvieron las autoridades justificando que con las prisas habían omitido el trámite de una huella dactilar. Fueron todos para el aeropuerto, confiados, porque el trato había sido correcto. Allí hicieron pasar al “Doctor” por una puerta e hicieron esperar a la familia. Esperaron un buen rato hasta que les dijeron “ya se ha ido”.
A ese hombre moribundo, en silla de ruedas y ciego le metieron a la fuerza en un avión y lo mandaron sin acompañante para las Islas Canarias, engañando a su familia.
La compañía Binter retrasó el vuelo para cumplir con el encargo de Marruecos. El comandante del avión recibió el pasaporte de Bucharaya de manos de las autoridades marroquíes.
Una sobrina del “Doctor”, avisada de su inesperada llegada, le fue a buscar al aeropuerto. Relata que tardó tres horas y veinte minutos en salir, que quedó exhausto, que no recibió primeros auxilios ni llegó la ambulancia. Le tuvo que llevar en coche a Urgencias del Hospital Negrín. Ya está en planta.
La Asociación Canaria de Amistad con el Pueblo Saharaui resalta cómo el ocupante marroquí ha despreciado “una oportunidad de mostrar una mínima humanidad hacia los saharauis, aunque sea en el difícil trance de la última voluntad de una persona que sabe muy próxima la muerte”.
La delegación del Frente Polisario en Canarias manifiesta en un comunicado que “el régimen de ocupación marroquí volvió a demostrar su esencia genocida al no permitir a ciudadanos saharauis regresar a su tierra, y despedirse de sus seres queridos en sus últimos días”.
Con engaños han impedido a un saharaui ir a morir en su tierra. La familia se lamenta de cómo se ha pisoteado la dignidad de una persona en un estado de vulnerabilidad extrema. “No nos dejan vivir en nuestra tierra, tampoco podemos morir en ella”.
Y añade: “Ojalá pueda cumplir su última voluntad: despedirse de los suyos”.