Pasar al contenido principal

Violada por cinco policías, la esposa de Tamek aporta un testimonio edificante

Madrid, 29/06/2005 (SPS) Auicha Chafia, esposa del activista saharaui de los Derechos Humanos Ali Salem Tamek, ha aportado al diario madrileño El Mundo un testimonio edificante sobre los métodos y los procedimientos de los servicios policiales marroquíes que no retroceden ante una violación colectiva de sus víctimas ni ante el chantaje para conseguir sus fines. La escena se desarrolla en junio de 2003, mientras Ali Salem Tamek estaba tras los barrotes. La mujer, con pudor y delicadeza, ha conseguido superar los tabús para dar a conocer al público este testimonio aplastante por el que piensa que los criminales deben ser llevados ante la justicia de un país europeo y "no de Marruecos, porque la Justicia no es independiente, sino más bien aquí en Europa". Este es el texto completo de este testimonio, recogido por el periodista marroquí Ali Lmrabet : Auicha Chafia, esposa de Ali Salem Tamek, miembro del Frente Polisario, asegura que uno de sus agresores es un familiar de su marido. Los hechos se desarrollan en junio de 2003. La esposa de un líder saharaui afirma haber sido violada por cinco policías marroquíes. Antes de comenzar su relato, Auicha Chafia respira hondo y mira a su alrededor para asegurarse de que no la vigilan. En el café madrileño donde está sentada junto a su hija Tawra, esta joven y bella saharaui es consciente de que ha llegado el momento de franquear tabúes y pudores para contar un drama ocurrido hace tiempo. Después de mirar otra vez hacia la puerta de entrada del café, Auicha comienza en hasanía, el dialecto de los saharauis, a rememorar lo que pasó hace dos años, cuando asegura que fue salvajemente violada por cinco hombres que ella vincula a la Dirección General de Vigilancia del Territorio (DGST), la policía política marroquí. Auicha Chafia es la mujer de Ali Salem Tamek, el conocido sindicalista y miembro activo del Frente Polisario en Marruecos. Símbolo de los saharauis independentistas, Tamek es un quebradero de cabeza para el Ministerio del Interior que intentó por todos los medios comprarlo, silenciarlo o desacreditarlo. Hace solamente unas semanas, la oficina en Madrid de la agencia oficial de noticias marroquí MAP envió a Rabat un bochornoso teletipo acusándole descaradamente de haber amenazado con «recurrir al terrorismo». Naturalmente, la información era falsa, pero su finalidad era permitir a la prensa oficialista marroquí arremeter contra el joven saharaui que fue posteriormente amenazado de muerte. La importancia que reviste para el régimen alauita este hombre de pequeña talla y sólidas convicciones, encarcelado infinidad de veces por sus ideas y acorralado permanentemente, es tal que en noviembre del año pasado, durante un encuentro informal con los responsables de la prensa marroquí, el ministro delegado del Interior, Fuad Ali El Himma, acompañado de su homólogo de Asuntos Exteriores, Taieb Fassi Fihri, llegó a asegurar que «Tamek era un problema mayúsculo para el reino». En Marruecos, la proximidad a Tamek puede quemar, y eso es lo que pasó a Auicha. Su drama, según lo cuenta ella, ocurrió en junio de 2003. Acababa de salir de la cárcel de Ait Mellul, cerca de la ciudad de Agadir, donde había visitado a su marido que cumplía entonces una condena de dos años de cárcel por «separatismo», cuando fue interceptada por un coche ocupado por tres hombres. Auicha Chafia estaba, como siempre, acompañada de la pequeña Tawra (que significa revolución). Sin más contemplaciones, dos hombres la introdujeron por la fuerza en el vehículo y aunque dijeron que eran de la policía, Auicha intentó defenderse con empujones y gritos, luego con lágrimas y súplicas. Pero el penal de Ait Mellul está en campo abierto y alejado de la urbanización más cercana, y generalmente los marroquíes prefieren mirar hacia otro lado cuando se trata de raptos en plena luz del día. Con su hija llorando la llevaron a un sitio que no conocía, pero que «era seguramente una casa en los alrededores de Agadir».Allí se encontró con «cinco hombres». Al comienzo, estos individuos que se identificaron como «policías» fueron amables pidiéndole solamente información sobre Tamek y sus «amigos del interior y del exterior», pero como se resistía a hablar de «cosas políticas que no entendía», pasaron a otros temas. Una misión Le dijeron que tenían una misión que no podía rechazar. «Estaban interesados por dos amigos de Ali Salem. Querían que intentara seducir a Mohamed El Mutawakil [miembro del comité ejecutivo de la ONG de Derechos Humanos, Fórum Verdad y Justicia], y a Lahucin Lidri [destacado militante independentista saharaui], y prevenirles cuando estuviera con ellos en la cama. Me dijeron que me iban a ofrecer un móvil y un número de teléfono donde llamar. Pero yo no soy una puta y quise irme». Evidentemente no la dejaron salir. Entre insultos y amenazas y haciendo gestos como si fueran a degollar a su hija, pasaron a los hechos. Le quitaron su melhfa, la vestimenta tradicional de los saharauis, y se rieron de sus intentos por esconder sus partes íntimas. Después se pusieron serios y como ella misma relata, «me hicieron lo que ningún ser humano haría a otro».«Delante de mi hija comenzaron a manosearme, a meter su mano donde no debían. Luego me atraparon por la fuerza y me hicieron cosas por delante y por detrás. Por la boca también ». Por pudor, Auicha no utiliza los verbos violar, sodomizar, o hacer felaciones. Hubo pues, según su relato, violación colectiva que se terminó con algo muy habitual en los calabozos de la DGST: le orinaron encima. Al terminar, la llevaron a su casa con la amenaza de represalias si revelaba el asunto a la prensa. Dos días después ingresaba en un hospital por «depresión nerviosa». Hoy, en el café madrileño, Auicha dice que reconoce a dos de sus presuntos violadores. Asegura no tener ninguna duda al respecto. «El primero se llama Brahim Tamek y lo conozco porque es primo de mi marido». Huir para contarlo Brahim Tamek sería un funcionario de la localidad de Tan Tan, colaborador de la DGST en «asuntos saharauis». Además, es hermano del nuevo gobernador de Dajla, Mohamed Saleh Tamek, nombrado la semana pasada. Y «el segundo es Mbarek Arsalane», máximo responsable de la DGST de la zona que va desde Agadir hasta los límites del Sáhara Occidental con Mauritania. Queda una pregunta: ¿Por qué Auicha revela esta historia ahora y en este momento justo cuando el Sáhara está en estado de ebullición? ¿No la van a acusar de falsedad? La respuesta se dispara como una bala. «El que conoce bien a Marruecos sabe que las violaciones nunca son reconocidas como tal, y además se trata de la policía». Explica también que, con su marido, estuvo preparando su huida de Marruecos desde hace un año, intentando ir a Mauritania que le concedió un visado, para luego preferir Europa. «En Mauritania no podía hablar; aquí, en Europa, sí», concluye. Con la ayuda de un grupo de abogados españoles, Auicha tiene la intención de emprender acciones legales contra sus presuntos violadores. «No en Marruecos porque la Justicia está controlada, sino aquí en Europa». (SPS)